4F: estocada mortal al neoliberalismo
“El cuatro de febrero no solo fue la estocada mortal al puntofijismo, el cuatro de febrero le dimos también la estocada mortal al neoliberalismo salvaje que casi acaba con los pueblos de este continente (…) El cuatro de febrero detuvo en seco el plan neoliberal de entregar a Venezuela al gran capital transnacional, esa es una de las glorias de aquel día memorable, cuatro de febrero de mil novecientos noventa y dos.” (Hugo Chávez, 4 de febrero de 2002).
El neoliberalismo se remonta a la década de los 70 cuando los Chicago Boys junto con Milton Friedman lo ensayaron en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet, y es que solo bajo un régimen represor que haga contrapeso al pueblo y a académicos era posible desarrollar, al pie de la letra, un sistema económico tan salvaje. El sustento teórico del neoliberalismo es el monetarismo. Se basa en la premisa/excusa de que el libre mercado, por sí solo, es el que garantiza la eficiencia económica, por lo tanto, el Estado no debe intervenir en la economía, debe limitarse a lo mínimo.
Definido como lo más salvaje del capitalismo, el neoliberalismo privilegia a la burguesía, a los dueños del capital, sobre todo a los grandes, al transnacional. Lo hace a costa de las condiciones de vida de la clase trabajadora que es la mayoría. Por lo tanto, aumentar la ganancia es el gran objetivo, lo que necesariamente implica, por la propia naturaleza y dinámica del capitalismo, que los salarios sean relativamente más bajos. Recordemos que en el sistema capitalista la ganancia es mayor cuando los salarios son menores. No por casualidad entre las principales medidas neoliberales se encuentra liberar los precios de todos los bienes, y para que ese incremento de los precios pueda ser embolsillado por la burguesía, los salarios deben permanecer congelados.
Una vez que los dueños del capital obtienen su ganancia, ¿qué hace el neoliberalismo? Los protege garantizándoles que dichas ganancias no vayan a parar al Estado, por lo que la exoneración de impuestos sobre la renta/ganancia y de los aranceles es otra de las medidas de la receta neoliberal. Como el Estado, aunque es mínimo en este “modelo”, debe tener algún ingreso, el neoliberalismo se ingenió el impuesto sobre el valor agregado que lo pagamos todos, sobre todo los asalariados, cada vez que compramos un bien, independientemente de nuestro ingreso.
Dado que se trata de privilegiar a los capitales transnacionales, incluidos los financieros y aseguradores, se les reserva y se les otorga la exclusividad de los grandes negocios, los mejores, los más rentables y de paso estratégicos, y si por casualidad estos los tiene el Estado, pues hay que privatizarlos, claro que lo hacen con eufemismos como la sinceración de activos del Estado, alianzas estratégicas mixtas, siempre con el argumento de que el Estado es ineficiente. Nos referimos a los servicios básicos: electricidad, telecomunicaciones, agua, salud incluido el aseguramiento, fondos de pensiones, la banca, petróleo, gas, minerales, etc.
El neoliberalismo no inició con el Consenso de Washington suscrito en 1989, desde hacía rato había permeado en los países de Nuestra América, incluso había llegado a Europa en 1980 de la mano de Margaret Thatcher y Ronald Reagan para el desmontaje del Estado de Bienestar. Venezuela no fue la excepción, el VIII Plan de la Nación aprobado por Carlos Andrés Pérez en 1989, conocido como el “Gran Viraje”, desencadenante del Caracazo y del 4F, fue la formalización de políticas neoliberales que se implementaban en Venezuela desde hacía años. Según datos del BCV, aunque la economía creció 25% entre 1976 y 1989, el salario real cayó 20% y la pobreza aumentó 153% mientras se le entregaba a la burguesía 149.721 millones de dólares equivalentes al 103% de los ingresos por exportación petrolera, o sea más de lo que ingresaba.