Mis preocupaciones sobre la ley de Zonas Económicas Especiales en Venezuela
Es imposible no pensar en maquilas cuando se escucha hablar de Zonas Económicas Especiales (ZEE). Lo primero que se nos viene a la mente es mano de obra barata, violación de los derechos laborales, mayor explotación al trabajador, bajos o ningunos impuestos y exportaciones. Es lo que caracteriza a una ZEE según los manuales del Banco Mundial.
Hagámonos la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que haría moverse a los grandes capitales extranjeros para que, en lugar de invertir en sus países, vengan a Venezuela o a cualquier otra Nación? Obviamente la maximización de su ganancia. En un sistema capitalista, dada la contradicción trabajo-capital, las ganancias serán mayores en la medida en que los salarios sean menores.
Me preocupa la ingenuidad de quienes afirman que no habrá desmejoras laborales en las ZEE cuando es justamente este aspecto la garantía de las mayores ganancias del capital. En todo caso y ya que los diputados de la Asamblea Nacional (AN) aseguran que esta ley no violará los derechos constitucionales de los trabajadores venezolanos y que no habrá exenciones a la Ley Orgánica del Trabajo, la sugerencia, para que no quepa duda, es que lo expliciten en el proyecto de ley. Déjenlo por escrito.
¿Qué otra cosa entusiasmaría a los grandes capitales extranjeros a “invertir” en nuestro país? Que luego de haber obtenido extraordinarias ganancias no deban entregárselas al Estado por la vía de impuestos y/o aranceles. Esto si está claramente establecido en el proyecto de ley de ZEE: “podrán tener la devolución automática, total o parcial de los impuestos por un período de hasta diez (10) años” (art. 19). Al respecto, ¿qué más exenciones tributarias se les puede ofrecer a las transnacionales si, desde 1999, no pagan impuestos en nuestro territorio por lo establecido en el Convenio de Doble tributación?