Socialismo/estado de bienestar/neoliberalismo (II)
Llamar cada cosa por su verdadero nombre no solo disminuye la probabilidad de confusión, sino que nos permite tener más conciencia como pueblo a qué atenernos. Mostrábamos en la entrega anterior la contradicción entre el discurso socialista y las cada vez mayores desigualdades al momento de distribuir lo que se produce entre el trabajo y el capital, consecuencia, en parte de la hiperinflación inducida por el ataque al bolívar, pero también al rezago del salario nominal con respecto el aumento de los precios. Decíamos que a eso se le suma la confusión, presente en el discurso de algunos dirigentes de la revolución, entre socialismo y estado de bienestar social, al punto de que se refieren al “estado de bienestar socialista”.
El estado de bienestar social nada tiene que ver con el socialismo, por el contrario, solo puede entenderse en el marco del capitalismo. Tiene que ver con la manera cómo se re-distribuye la producción que previamente, fue desigualmente distribuida entre trabajadores y capitalistas. Es decir, una vez la ganancia en manos de la burguesía y el salario en manos de los obreros, cómo estas remuneraciones de los factores se re-distribuyen. Es aquí donde entra el rol del Estado.
Para re-distribuir, el Estado recauda impuestos. La idea es que quienes en el proceso social de producción se hayan hecho de mayores recursos se los entreguen al Estado para que éste lo reparta entre quienes menos tienen. Así, el impuesto sobre la renta hace que el que más ingresos haya tenido pague más impuestos. No así el impuesto al valor agregado (IVA) que debemos pagar todos independientemente de nuestros ingresos cuando compramos alguna mercancía.